miércoles, 19 de agosto de 2009

La vida sigue igual (Capítulo 1)

Ya estoy aquí. O como diría Tarradellas, “Ja soc aqui”. Y se acabaron las vacaciones. O como diría Tarradellas, “Al puto tajo, pringao”. Con las vacaciones se acabaron la paz, la tranquilidad, el placer de descubrir lugares que no conocía, de repetir en algunos que sí, la alimentación descontrolada, la barriga más descontrolada aún, los niños despertándote antes de lo que tu desearías (los niños de otros, por fortuna, niños a los que adoro, por cierto)…
¿Y  qué es lo mejor de que se acaben las vacaciones? Pues que me reencuentro con todos vosotros, mis queridos amigos de este blog. Os he echado mucho de menos todos y cada uno del  los días, y estaba deseando volver a esta página (y qué suerte que aquí no se vea la cara de falso de quien esto escribe) (es broma).
Como ya os conté una vez, siempre que paso unos días fuera de España, a no ser que el país que visite sea Burundi o Andorra, no me gusta desconectar de mi país. Me alivia que en los hoteles tengan TVE Internacional, aunque sólo sea para tragarme los dibujos animados de Dougie se disfraza mientras mi chica se ducha (esto lo digo en serio, nos sabemos la canción entera). También me tranquiliza encontrar prensa española en los quioscos. En cambio, no me gusta encontrarme españoles. Qué contradicción, por Dios.
Dougie y su perro. Ahí donde les veis, me colocaron varios capítulos.
El caso es que durante este mes en el que os he privado de mis visionarias gilipolleces, he estado más o menos conectado al cine y la televisión (en lo referente a noticias), pero como no siempre he podido comprar prensa o ver tele, de otras cosillas me he enterado ahora. Que ya me las podíais haber contado vosotros, pelafustanes, pero claro, tendríais algo mejor que hacer, como por ejemplo cambiarle el agua al gato. Sus disculpo. Así que este verano me han impactado las siguientes cosas:

Brüno, el artista antes conocido como Borat
(o sea Sacha Baron Cohen), ha sido amenazado por los mártires de Al Aqsa, una especie de mini Al Qaeda. Que digo yo que estos mártires deberían estar ya autoinmolados por definición, pero qué sé yo de estas cosas. La amenaza se produjo porque Brüno dice en la película que “Bin Laden es un mago sucio y un Santa Claus sin techo”. Para qué se meterá Brüno en esos berenjenales.
Brüno, el nuevo Salman Rushdie en versión sarasa.
J.R. está en España rodando. No quiere esto decir que esté rodando por los suelos como si fuera un torombolo, sino que está rodando una serie en Marbella llamada Cómplices. “Marbella” y “Cómplices” son dos palabras que a mí me evocan a Jesús Gil, Julián Muñoz, Bon y otros sinvergüenzas del montón. La serie la va a emitir Antena 3 en septiembre, creo, y Larry Hagman (J.R.) hace del padre de la protagonista. También sale Cristina Peña, una actriz que salía en la última y suicida temporada de Siete vidas, en el programa de Wyoming de la Sexta y que a mí me gusta más que a un tonto un lápiz.

De pronto leo la gilipollez del verano: en Liverpool se plantean clasificar para mayores de 18 años las películas en las que los protagonistas fumen. Eso hubiera impedido a los menores de edad ver Casablanca, las películas de los Hermanos Marx o El crepúsculo de los dioses. Es sí, una película en la que un asesino en serie viole rectalmente con un pepino de 30 cms. a una campesina sonrosada podría ser apta para todos los públicos siempre que el indeseable individuo no fume.
Otra noticia surreal: Marc Lester, el niño que interpretó a Oliver Twist en el musical de 1968, dice que cree que es el padre del hijo de Michael Jackson. No quiere esto decir que se tirara a Jacko embarazándolo, sino que Michael necesitaba semen para concebir artificialmente a su vástago, y como eran amigos pues Marc Lester debió de decirle: “Pues ya si eso te paso un poco del mío, que me sobró ayer de una pajilla”. Y añadió cantando: “Consider yourself… one of the family!”
Descansando en el hotel tras una agotadora jornada de turismo de riesgo (que para mí consiste en subir 100 escalones para asomarme un poco a un campanario), veo el último programa de la temporada de Carlos del Amor. Pero al día siguiente vuelvo a verle y vuelve a decir que es el último y que adiós. Y a los tres días le veo en otro diferente e insiste: “hoy es nuestro último programa y adiós” . Llego a la conclusión de que o Carlos del Amor nos toma el pelo o hace 18 programas distintos. Y por cierto, percibo que no tiene el control absoluto de uno de sus ojos, lo cual aún me da esperanzas de triunfar joven en la televisión pública por mi físico. Bueno no. Yo ya no puedo triunfar joven. Y triunfar siendo maduros sólo está alcance de genios como Chiquito de la Calzada o doña Adelaida. En otra vida será.
En uno de los 15 últimos programas de Carlos del Amor hablan de Gordos, la segunda película de Daniel Sánchez Arévalo, que se estrena el 11 de septiembre. Me hace gracia un chiste del personaje de Antonio de la Torre, que dice que el color de no sé qué es “marrón oscuro casi mierda”. Tengo muchas ganas de verla, porque me gustó Azuloscurocasinegro, porque estuve en el rodaje de Gordos y tenía buena pinta, además de que el equipo transmitía un buen rollo tremendo, porque Daniel me cae bien, y porque su padre era amigo del mío. Su padre es José Ramón Sánchez, el dibujante de Dabadabadá, El desván de la fantasía, El kiosko y otras muchas otras cosas, y un cinéfilo enorme, como demuestran sus muchas exposiciones sobre cine. Los menores de 30 no suelen recordarle, pero yo le recuerdo mucho, y le conozco, y tengo una foto con él. Mi padre también dibujaba, pero no se hizo famoso porque cambió de profesión, en la cual sí que se hizo famoso, por cierto.
Sube que sube, sube al desván.
Otra noche veo en TVEi El calentito, de Chus Gutiérrez, que no había visto en su momento. Por algo sería, Jose, qué manía con enmendar tus carencias, con lo bien que estabas tú sin haber visto esa película.

De repente, el televisor me pilla con la guardia baja y me trago un programa sobre “Las vías verdes”, un documental de trenes, creo. Me parece aburrido. Aún así llego a los títulos de crédito y descubro que conozco al sonidista. La verdad es que a mí el programa me sonaba bien, lo malo eran las cosas que sonaban.
Un domingo, mientras Teresa se duchaba (las duchas de Teresa me dan a mí para mucho, como veis), veo los programas religiosos de TVEi. Hostias (nunca mejor dicho), ponen muchos, como cuatro seguidos. Uno de judíos, otro de religiones del mundo, uno muy católico y el de Últimas preguntas, que me suena de toda la vida, así que no deben ser tan últimas, les pasará como a los programas de Carlos del Amor. En uno de ellos actúa el grupo más soso del mundo (¿MP?), con una canción un poco religiosa y muy ñoñi. Son cinco, una chica canta y el resto hacen coros muy quietos. Tanto que hasta el final no descubro que tras ellos había un pianista con un piano de cola, pero no precisamente como el de Errol Flynn (ver post y comentarios). Igual eran ciegos, porque no abrían los ojos para cantar y me estoy yo aquí cachondeando de ellos. Les sigue un debate entre un cura católico y un pastor evangélico, y Dios me perdone pero me interesó bastante el tema. Al menos aprendí sus diferencias.

Virgen santa, la de cosas que me ha dado tiempo de ver y leer estando de vacaciones. Y todavía me quedan más. Casi que sigo otro día porque me estoy agotando hasta yo, ¿no?